[Entrada
de los asistentes a la Sala de Grados María Zambrano]
Para cerrar con los
géneros —en las sesiones anteriores habíamos proyectado las adaptaciones de
una obra novelística y otra dramática—, tuvimos la suerte de contar con
ponentes que afrontaron la ardua tarea de explicar el género poético en el cinematógrafo y los
cuentos de autores tan difíciles para la pantalla como Julio Cortázar y Juan
Rulfo.
[Rafael Malpartida, Dianely Rosales, Santiago Vizcaíno y Amparo Morán]
Dianely Rosales Romero,
de la Universidad Autónoma de Yucatán, ofreció una panorámica de su
compatriota, y esbozó unos inteligentes trazos sobre «Macario» de Juan Rulfo. Pena
tensa que el audio del cortometraje que adaptaba el relato se trastabillara. No
hubo forma de arreglar tal desajuste. Sin embargo, como decimos en Andalucía:
«sarna con gusto no pica». El huidizo audio del cortometraje se solventó con
comentarios de Dianely acerca del mismo y, ciertamente, en el Zambrano nadie
musitó al respecto. Más bien todo lo contrario: los presentes intuimos que fue
más grato el gozo de escuchar los audiocomentarios de la ponente que a los
personajes del corto.
[Demo Actuación 01]
Luego tuvo el turno el
poeta Santiago Vizcaíno Armijos, de la Pontificia Universidad Católica del
Ecuador, que nos habló del magistral cuento de Julio Cortázar: «Casa Tomada». Inteligentes apreciaciones la de Santiago, que
con su voz estentórea —con cierto toque a las atmósferas de Edgar Poe— nos leyó
después el cuento de Cortázar. Tras su lectura, proyectamos —esta vez el sonido
sí que quiso acompañarnos— el siguiente cortometraje, que conectaba con una de
las interesantes claves de lectura que expuso Santiago:
["Casa Tomada", corto]
La intervención se
cerró con Amparo Morán Dorado, nuestra querida compañera de la Universidad de
Málaga. Ella tuvo la valentía de hablarnos sobre las complicadas relaciones
entre el género poético y el arte de los hermanos Lumière, sumariando la
historia del cine y sus entrañas líricas. Nos recordó una cuestión que a veces
los amantes del séptimo arte tienden a ladear: el cinematógrafo en su origen no
fue una estrategia tecnológica aliada a los discursos narrativos, sino una
máquina de sueños, un artificio bélico para los émbolos de las emociones. Lo
cual nos invita a una sugerente reflexión: ¿es el cine una manzana madura con
la que poder pecar plenamente o es un arte parcelado cuya pulsión lírica está
aún pendiente de aflorar todo su potencial? Sobre esto —y otras muchas cosas más tales como: ¿es el
sentir lírico un hiperónimo que deglute a diversas artes como la poesía, el
cine o la pintura? ¿Y si no cómo explicar entonces que sintamos como gemelas sensaciones que nos evocan los filmes de Won Kar-Wai y los poemas de Pablo Neruda, por ejemplo?—
también nos dilucidó Amparo Morán algunas cuestiones, que fueron ejemplificadas
con algunos fragmentos de El lado oscuro
del corazón de Eliseo Subiela.
[Fotograma de "El lado oscuro del corazón"]
Tras las ponencias, el
auditorio del Zambrano se animó en un diálogo de impresiones y nuevos
argumentos que se sumaron a los ya expuestos. Destacar, solo por abreviar,
puesto que todas fueron interesantes, aquellas sobre el sincretismo religioso
en Juan Rulfo, la construcción metaliteraria de «Casa tomada» como universo
autónomo y desplazante del autor, la lectura espontánea y vívida de una de las
asistentes de un poema de Oliverio Girondo y la ancha sonrisa que a todos nos
inoculó Gloria cuando inmortalizó su «Yo vi a Cortázar vivo (en la tele)».
[Sala de Grados María Zambrano]
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